Sunday, October 10, 2004

VI La mujer que vuela

El poema

Las cosas habían cambiado mucho, a pesar de que el viaje no fue largo, fue el tiempo suficiente como para que mi vida tomara un rumbo extremadamente distinto al que dibujaba antes de ello. Mi pasado oscuro iba del rap al industrial, aunque poco tiempo antes de irme, había empezado a escuchar un poco de música en inglés, guns, aerosmith, nirvana; un poco de rock en español, héroes, caifanes, soda. Pero la verdad de todo este asunto, es que estaba más influenciado por el rap, razón por la cual, cuando me falsificaron mis documentos allá en Chicago, tuve la suficiente naquez en la cabeza como para cambiarme de nombre a uno que sonara más rapero. Jaja, Kriss George. (Sí, mi cara de mexicanote y… Kriss George. Jajaja).

Durante el vuelo de regreso, me encontraba colmado por sentimientos diversos, por un lado, regresar significaba no sólo volver, sino también aparecer, no sé si usted me entienda, pero aparecer quería decir un nuevo yo, no Kriss George por supuesto, sino un yo que sueña, un yo que venía impregnado de olor a viento, de olor a sueños compartidos, olor a la mujer del ensueño… olor a mandarina; por otro lado, regresaba a la vida de antes, la vida que había dejado atrás, no en el tiempo ni en el espacio, sino atrás en una etapa de mi vida. Mi capacidad de asombro había crecido, (aunque la perdiera en el 99, y la recuperara de nuevo, años más tarde, pero eso se lo relataré a su tiempo), para entonces me asombraba tanto, me maravillaba tanto del océano de espuma blanca que se me presentaba tras atravesar el cielo gris, que no permitía la entrada de ningún rayito de sol, todo hasta el horizonte, hacia cualquier dirección era un norme colchón blanco de algodón. Mientras el avión hacía su trayecto, yo no podía dejar de pensar en los abrazos que me esperaban, Sadoth y el beso que nunca le daría y por supuesto, en la mujer del ensueño. En mi libreta venían mis primeros apuntes poéticos, los primeros esbozos de los después eternos gritos de búsqueda.

Sabe usted que si viaja por avión como menor de edad, no puede salir del aeropuerto si no lo recoge un mayor?… bueno, yo no lo sabía, esto fue razón suficiente como para que me quedara toda la tarde varado ahí hasta que fue mi madre por mi. –Jaja–, más de cuatro meses de independencia y libertad de movimientos y decisiones en una nación extraña, como para que no pudiera dar un sólo paso, yo solo, en mi país. Pero así eran las cosas. “No jovencito, usted no se puede ir si no viene por usted su padre o tutor”. Maldita sea de nuevo. “Adultos… ¿qué se creen?” .

El mundo, parece pertenecer a los adultos, sólo a los adultos. A los niños no parece importarles eso, porque a fin de cuentas, ellos crean su mundo propio; con los adolescentes no pasa lo mismo, los adolescentes llevan el rechazo tatuado en la frente, no es un rechazo por parte de los demás, sino simplemente el adolescente sabe que pertenece a ningún lado, no es un niño ya, pero aún no es adulto, nadie lo toma en serio, sus problemas pueden ser tan fatídicos como los de los adultos, sin embargo este mundo no está hecho para los adolescentes, al menos así es como se dibuja la adolescencia. Había que crearse un mundo, yo ya había empezado, reconstruía mi nueva adolescencia, que más sabía a transmutación que a adolescencia, aunque, a fin de cuentas, ese mundo fuera tan deficiente y tramposo como el de ellos, los adultos.

Mi regreso a la vida familiar fue tan grato como el regreso a la vida escolar, sin embargo, a pesar de que en ambas hubo cambios de posición importantes, la vida escolar fue la que definitivamente marcó mi vida. En la casa, había ganado terreno, había adquirido una posición importante, tanto que mi padre, después de esa ocasión no se atrevió a golpear a mi madre de nuevo, exceptuando, por supuesto, una ocasión que por cierto, fue años después. Bueno, no le había platicado esa parte, sucede que a veces, la memoria nos hace juegos y trampas, uno cae, pero irremediablemente uno regresa a las cosas que se escondieron, porque ellas explican, de cierto modo, algunas o muchas otras. Mi padre tuvo la costumbre de golpear a mi madre, eso sucedió desde siempre, es decir, desde que yo recuerdo. Ese, quizá fue uno de los varios motivos por los que mi madre atravesó por periodos difíciles. Mi padre, como le había platicado antes, con el dinero que tuvo se fue convirtiendo en una persona horrible, persona que afloraba cuando él estaba tomado, cosa que sucedía cada fin de semana. Usted dirá que estoy loco, pero la verdad de todo, es que no puedo decir que mi padre haya sido malo, es verdad, él hizo cosas malas, pero sé que en el fondo, se sentía mal de hacerlas, o por lo menos eso quiero creer. Por lo menos quiero pensar que en algún momento de la vida, se arrepintió de todo ello. El punto es que para cuando regresé, el había atravesado por una crisis muy fuerte, y de hecho, no solo él, era pleno noventa y cuatro, a finales, es decir, vísperas de la devaluación del peso. Sin embargo, la crisis que mi padre había sufrido era otra, era crisis de poder, porque mi viaje le había afectado en lo más profundo, de cierto modo sentía culpas, y por otro lado, había sido brincada su autoridad. Por ello, después de eso, no le era fácil ponerse a los golpes con mi madre, porque se había dado cuenta hasta entonces, que nosotros, sus hijos, ya no éramos unos escuincles idiotas. La ocasión en que volvió a pegarle a mi madre, estaban encerrados en su cuarto, así que de un golpe rompí la puerta, le caí encima a mi padre y lo sujeté con tal fuerza, que me pidió que lo soltara porque lo estaba lastimando y se puso en posición de ataque-defensa, era un buen momento para desquitarme de aquel karatazo de la infancia, sin embargo eso no lo pensé por supuesto, yo no podía dejar de ver el tremendo hematoma que le había dejado a mi madre en la frente, yo solo podía sujetarlo, no sé de dónde me habían salido fuerzas. Quiso ponerse a los golpes conmigo, sin embargo, la historia familiar de los golpes a mi madre, me hizo más pacifista que el más pacifista. Razón por la cual, cada vez que se suscitan golpes en algún lado, termino más nervioso que los golpeados y los golpeadores, las novias de los golpeados y las abuelas de todos ellos juntos. Pero esa ocasión, él sabía que mi poder no procedía de la fuerza, y era un poder al que él temía, optó por calmarse. Mi padre, vio en mí, a mi regreso, fuerza, voluntad e inteligencia, eso era algo para lo que él no estaba preparado, porque antes, se esmeró demasiado en tratar a todo mundo como estúpido, nosotros no éramos la excepción, de hecho puede ser que estuviéramos en su lista como los primeros estúpidos, pero cuando yo no estuve, sus perspectivas hacia nosotros cambiaron demasiado y nosotros, es decir toda la familia. Esa fue mi primer conquista familiar, había logrado una especie de victoria para todos, aunque fuera simbólica. Reconoció que me veía distinto, que me había sentado bien el viaje según sus palabras. En el fondo, sé que su pensamiento era “podría decirte que ya eres un hombre, pero no lo haré”. De cualquier modo, si lo hubiera dicho, probablemente me hubiera quedado grande el titulito, porque finalmente, mi adolescencia a penas estaba tomando forma.

En la vida escolar encontré la mayor parte de las bases fundamentales de mi vida. Empezando porque, al regresar, me encuentro con que mis amigos también tuvieron una transformación en mi ausencia, transformación que no tenía nada qué ver con mi ausencia por supuesto. Mi amigo el que se sentía fresita y no se sentaba en la banqueta ni en ningún lado si no lo limpiaba primero o si no había un papel que le sirviera de protección antimugre, para evitar que se ensuciara su ropita, se había convertido en un hippie, le llamaban “el hippieteco”, además de haber pasado por su pequeña etapa de punk, aunque ya no me tocó verlo en ella. Mi amigo el árbol, seguía siendo un árbol, pero ahora más maduro, sus silencios (razón por la que lo denominé árbol) ahora estaban llenos de nuevas sabidurías… aunque pensándolo bien, probablemente solo callaba y ya, aunque no tuviera nada en mente, pero por lo menos parecía más sabio. Ellos, junto con Chris, Fabián, Jaime y Aline, conformaron mi familia escolar, familia que como en todos los casos se separó porque cada uno tomó un rumbo distinto. Sin embargo, aún están ahí, y, aunque nos vemos poco, aún podemos vernos con tanto cariño como entonces y de hecho, puede ser que aún más que antes, porque ahora lo que nos une va más allá de la convivencia, nos une nuestra historia, la historia que definió la vida en consecuencia de cada uno de nosotros.

En ese entonces, Los más allegados a mí, eran Oscar (el hippie) e Iván (el árbol), ambos habían entrado en un mundo para mí desconocido hasta entonces… “el mundo de los libros”. La literatura se había vuelto una pasión incansable, pasión que me contagiaron de inmediato, entonces llegaron a mí, Mario Benedetti y Herman Hesse, Pablo Neruda y Jean Paul Sartre, Oliverio Girondo y Frederic Nietzche, García Márquez y Jaime Sabines… Todo ello, acompañado, por supuesto, del ajedrez, mundo también desconocido para mí, hasta entonces. La vida, después del ajedrez, nunca pudo volver a ser la misma, había aprendido a verme dentro de un tablero enorme de ajedrez con miles de piezas. Las tardes se convertían en cerveza y filosofía, entre Platón y Sócrates, Pitágoras y Da Vinci, el arte y la religión, la sociedad y las prostitutas, los padres y los mendigos, el negocio de la lástima y la crisis del país, la política y el TLC, la historia y los críticos, los historiadores y el cine, la cerveza y la poesía, la forma geométrica de la verdad y la espiral del tiempo, la virginidad y la pinche madre…

Descubrí entonces, horizontes nuevos, mundos nuevos, palabras nuevas, sentimientos nuevos, y por supuesto, sueños nuevos y con ellos… nuevos ensueños, que por cierto, llamaba entonces desprendimientos. Mis escritos comenzaron a ser más frecuentes y más necesarios, aunque en ese entonces, los temas de mis poemas eran lo suficientemente abstractos como para que ahora, me cueste trabajo comprenderlos, tenía mi técnica de escritura libre, que consistía en apuntar toda palabra que viniera a la mente, después de haber formulado una idea básica. Las palabras, a veces, no las conocía, pero las apuntaba, porque supuestamente yo, tenían que ver con algún conocimiento del archivo acásico o conocimiento heredado, por lo que después, me dedicaba a buscar los significados de dichas palabras y entonces mis escritos cobraban sentido. No me detuve ahí, inventé una que otra palabra también, por supuesto con significado propio.

En la literatura descubrí, no sólo historias y cuentos y sentimientos y bla-bla-bla, sino también, que la palabra es poderosa, fundamental, tanto, como el consecuente dialéctico silencio. Uno aprende no sólo palabras que embellecen, ni lo bello en las palabras, sino también lo bello que puede haber en los silencios. “Aunque un mismo silencio, sea distinto para todos”. Y muy a pesar de todo, no estaba listo, aún, para el silencio.

La vida académica mejoró sobremanera debido a que el cambio me hizo tener mayor conciencia sobre la temporalidad y la responsabilidad, mis primeros cuatro semestres que habían sido un fiasco y el viaje me colocaron en sexto semestre, con veintiún materias reprobadas de veintiséis que habían transcurrido, tenía que remediarlo pronto porque no podía darme el lujo de perder más de un año, por lo que se pude decir que en un año y medio pagué todas las asignaturas que debía y las que transcurrieron de sexto, además de eso, pagué con intereses porque después de todo, resulté excelente alumno de lógica y física y presenté varios exámenes extraordinarios en lugar de mis amigos, por lo que se entiende que falsificamos credenciales y toda la cosa, para hacer posible todo ello. Exámenes que aprobaba con B o MB y me hacían ganar una cerveza o un café, no les pedía nada, eran mis amigos. ¿Sabe usted que mi padre no nos daba dinero mas que para el pasaje? Bueno, pues eso es otra historia triste, porque cuando uno estaba en la escuela y los amigos decían “qué onda, vamos a comer algo ¿no?”, uno no tenía más remedio que decir, “güey… no tengo dinero” – “vamos por una gordita, son a uno cincuenta…” “neto, no traigo dinero” – “no hay pedo, yo te invito”. Situación que fue común, situación que también tuvo giros dado que aprendimos a hacernos de dinero, a Chris se le ocurrió sacar dinero de los teléfonos, en ese entonces eran de monedas, él introducía un popote por la ranura de las monedas, hacía ciertos movimientos y de pronto ya estaban saliendo las monedas por la ventanita donde caían las monedas cuando no se completaba la llamada. Oscar, conseguía condones por cajas en el Seguro y comenzó a dar platicas a los grupos de los primeros semestres, sobre sexualidad y sobre el uso del condón, regalaba los condones y pedía coperacha. Lo mío era la vendimia, revendía las fichas de pago de los exámenes extraordinarios, las filas eran tan inmensas y tardadas, que la gente prefería pagar los cinco pesos que les pedía por ficha, a esperar tres horas y pagar veinte centavos. En algún momento, también hicimos, entre todos, Historias académicas falsas, los chavos pagaban bien por ellas, porque preferían pagar entre veinte y cincuenta pesos, a tener broncas familiares por haber reprobado materias. Tal vez parezca malo, pero la verdad es que lo hacíamos por ayudar a que menos jóvenes tuvieran problemas en sus casas. Ja ja, eso no es verdad, pero sonó bonito. No nos importaba, lo único que pensábamos, era cómo procurarnos dinero para las gorditas, las tortas el café o las cervezas, según el día. Con ellos igual, aprendí a patinar, a jugar Ténis de pared, a escuchar música clásica y a volar papalotes, ¿Ha volado usted alguna vez un papalote? Es algo maravilloso, sencillamente maravilloso, me encantaría, una tarde, volar uno con usted.

Lo que le platicaba, mi adolescencia, también fue como cualquier otra, sin embargo, tuve la fortuna de estar cerca de ellos, mis amigos, quienes de cierto modo, me formaron.

Una ocasión, en la escuela proyectaron un filme, que presentaba de modo poético parte de la vida de Oliverio Girondo. “El lado oscuro del corazón” filme mágico, hermoso, con un guión hecho a partir de palabras de Girondo, Gelman y Benedetti principalmente. Ahí, empezó la historia de este poeta menor, que saca citas de los mayores, que hace malos fusiles, que repite en todo momento fragmentos que recuerda de poemas de sus autores favoritos. Ahí nació, también, el sobrenombre para la mujer del ensueño… “La mujer que vuela”

La mujer que vuela, compañera, amante, amiga, todo… Presente siempre, en cada paso de mi vida a partir de aquél ensueño.


Espantapájaros 1

Me importa un pito que las mujeres
tengan los senos como magnolias
o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de soportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso si! - y en esto soy irreductible -
no les perdono, bajo ningún pretexto,
que no sepan volar.
Porque si no saben volar,
pierden el tiempo conmigo.

(Espantapájaros 1 versión usada en el filme*)
Oliverio Girondo



POETA MENOR

I
Sólo soy un poeta menor,
sólo un payaso,
tal vez sólo un aficionado
tal vez sólo un niño.

Poeta menor, payaso y solo,
que quiere hacer a una mujer
algo más que sólo una mujer,
quiero arrancarla del mundo
y hacerla al universo,
quiero llevarla a mi silencio
y al infinito,
hacerla reina de mi mundo
y diosa de mi religión,
llenarla de rezos y plegarias,
y volar con ella toda la altura
viajar en un viaje de dos
por encima de toda la materia
más allá de la misericordia
y de la compasión.

Quiero hacerla a mis ojos
y verla volar y volar con ella.

Mas sólo soy un poeta menor
sólo un payaso
pero por encima de todo
soy un ingenuo,
un ingenuo sólo.

II
Un poeta sólo,
que sufre de soledad vacía,
un poeta menor que saca citas de los mayores,
y de filósofos y pensadores
un poeta que sueña a ser poeta,
y mi soledad vacía se desborda de tan vacía,
¡Una inspiración sin musas!
¡Mi soledad vacía que sea mi musa!
pero de ella sólo puedo decir
que es tan vacía...
que cabe en ella el universo.

Aroón Rivera
(1995-1996)


2 Comments:

At 5:54 AM, Blogger Akima said...

Que decir ante tus escritos, no hay palabras para calificarlos... simplemente espectaculares.

Aunque en este capitulo no me avisaste, te sigo leyendo, lo que pasa es que no tengo mucho tiempo para comentar.

Muchos besiños

 
At 2:51 PM, Blogger Unknown said...

HOLA QUE TAL!!

...Simplemente gracias, gracias totales...
...Yo soy una de esas mujeres del eter...
...Qué puede haber de malo en vivir varios metros aca arriba?

 

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